jueves, 27 de marzo de 2008

verucŭlum




mientras exista una palabra de seguridad,
son bienvenidos los cerrojos, las ataduras
y los parches en los ojos, los piratas,
los pasamontañas, las manos de agua,
los dedos de carne, las ansias de rabia

pero qué hacer con la barra metálica,
con los agujeros anacrónicos, con la savia
que repta del microscopio al telescopio,
de mis piernas a sus labios, de mi
utópico bivalvo hasta el cielo vario

me apetece buscar el cilindro y la ondulación,
la percusión en el casquillo, aprenderé a
convertir mi juego en un alarde defensivo
hasta que se disponga mi cubiculo
a tales efectos devastadores de mi yo pequeño